Mi confirmación tuvo lugar el día 7 de octubre del 2011, a las 20:30 horas, una fecha inolvidable para mí. He estado muchos años preparándome para este sacramento acudiendo a la catequesis, conociendo como es Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Me enriquecía cada vez más de la Palabra del Señor, queriéndolo de una manera especial, como si fuera mi mejor amigo en quien podía confiar siempre en Él.
Cuando estaba preparado para recibir este sacramento, sabía que iba a recibir a Alguien muy grande que nunca hubiera experimentado. El Espíritu Santo del Señor iba a entrar en mi interior. Era algo que se te ponía la piel de gallina nada más que pensar en eso.
Me he estado preparando un año antes de mi Confirmación, mi espíritu y mi cuerpo a la hora de que el Espíritu del Señor entrase en mí. Me sentía motivado totalmente, y sabía ciertamente que quería recibir ese sacramento, porque me iba a ayudar en mi día a día el hecho de que Dios entrara en mi ser.
Llegó el momento de mi Confirmación, un día de los más esperados de mi vida. La celebración la realizó el Vicario de Evangelización, D. Francisco Rosales, acompañado también de mi párroco D. Ángel, y mi rector D. José María. La eucaristía tomó su curso muy bien, hasta que llegó el momento esperado. Hicimos renovación de nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y en la Santa Madre Iglesia.
Después comenzó el acto de la imposición de manos en la cabeza de los que íbamos a ser confirmados. Ese fue el momento más tenso de mi vida. Cuando el Vicario me impuso sus manos sobre mi cabeza invocando al Espíritu Santo, sentí una fuerza muy grande en mi interior, fueron dos o tres segundos, pero me reconforté y sentía que Dios estaba ahora más que nunca dentro de mí.
Creo que Dios me dio la señal más significativa de toda mi vida, pues esa imposición de manos me abrió bien los ojos, sabía qué futuro tenía mi vida y es el de enseñar a quien más lo necesite la Palabra de nuestro Señor. No me he equivocado al ingresar en el Seminario Menor, y doy fe con toda sinceridad de que Dios existe y que está entre nosotros, y que nos ayuda a realizar todas las acciones que realizamos para el bien de los demás.
Mi confirmación en general, es una llamada de Dios en la que ahora sé que Él está conmigo y que siempre me acompañará, porque nunca nos deja solos.
¡NO TENGAIS MIEDO a abrir vuestro corazón a Cristo, porque Él es luz en nuestra senda cuando nosotros estamos perdidos!
Agustín Barragán.
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