domingo, 20 de junio de 2010

Beatificación de Lolo

“¡Es el beato de la alegría!” Así lo definió su hermana Lucy.
Manuel Lozano Garrido, que popularmente se conoce entre sus amigos, conocidos y paisanos como “Lolo”, fue beatificado el 12 de junio en su ciudad natal, Linares, la ciudad que le vio nacer, padecer su enfermedad y morir. La meteorología no acompañó, pero sí la devoción y el cariño que todos los asistentes demostraron ante la lluvia. También estuvo marcada esta celebración por la enorme afluencia de fieles, venidos de todas las partes de la diócesis, incluso de fuera, para dar gloria a Dios a través del nuevo beato.
La ceremonia estuvo presidida por Monseñor Ángelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y concelebrada por los Cardenales Monseñor Fr. Carlos Amigo Vallejo y Monseñor Antonio María Ruoco (Presidente de la Conferencia Episcopal Española), junto con el Arzobispo de Granada y nuestro Obispo de Jaén. Además, acompañaron otros obispos, como el Arzobispo Castrense, Monseñor Juan del Río, el anterior obispo de Jaén, Monseñor Santiago García Aracil (hoy Arzobispo de Mérida-Badajoz), el obispo de Cádiz-Ceuta, nuestro paisano Monseñor Antonio Ceballos Atienza, y otros obispos más. También cabe destacar el gran número de sacerdotes, que participaron en la celebración.
También han colaborado en la Eucaristía los seminaristas mayores y menores, y los medios de comunicación, quienes se encargaron de trasmitir por radio y televisión el evento, para hacer llegar a las personas que no asistieron todos los detalles.
Destacar de la celebración el hecho de la procesión de los restos de Lolo, en medio de globos que se alzaron al cielo, después de ser leído el decreto papal sobre la beatificación de Manuel Lozano. Igualmente, que la primera lectura fue leída por un ciego, y la presencia de enfermos bastante numerosa en la Eucaristía.
Demos gracias a Dios que nos ofrece un nuevo ejemplo de santidad, el cual nos debe ayudar a asumir las contrariedades de la vida e interceder por nosotros, para que deseemos la santidad y la vivamos día tras día.

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