sábado, 22 de septiembre de 2012

La importancia de la figura del sacerdote



Durante siglos los seres humanos hemos necesitado el favor divino para continuar adelante, sobrepasando todos los obstáculos que se nos han podido presentar.
Es el Señor Todopoderoso, padre nuestro de infinita bondad y misericordia el que nos ilumina para poder caminar en el sendero correcto, el que nos levanta cuando tropezamos, el que nos guarda con amor y con gozo.

Es nuestro deber venerar esos milagros, adorar y proclamar el majestuoso nombre de Dios y evangelizar con la Palabra a todo el mundo para alcanzar dignamente las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
La figura del buen pastor o sacerdote es la que nos ayuda a llegar hasta Él, es el intermediario imprescindible entre Dios y los hombres, el que eleva nuestras súplicas hasta el cielo, el que consagra y bendice a todo el rebaño, con humildad y generosa piedad.

Vivimos en una época dominada por el escepticismo y por falsas doctrinas de fe.
Necesitamos sacerdotes, pastores que guíen al rebaño desde los peligrosos valles hasta el caserío, es decir, hasta la salvación. 
Si sientes el llamado no tengas miedo, respóndele, confía en Él y despierta tu vocación y si no sientes la llamada al sacerdocio, no le abandones, no te alejes de Él porque como dicen las Escrituras: Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada”. (Jn 15,5).

Marc Puerta,
 jóven de la parroquia Sant Francesc d'Assís de Badalona
 (Arzobispado de Barcelona)

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